Estas son "las vías del nuevo país del presidente Santos".
Como un absurdo ha sido calificada la actitud del gobierno nacional, de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo y del Instituto Nacional de Vías, no solo por haber necesitado de seis meses para habilitar el tránsito provisional por la carretera Troncal Central del Norte, entre Presidente, Chitagá y Pamplona, sino porque ese medio año no le alcanzó para remover el alto número de derrumbes que cayeron sobre la vía y que en muchos casos ocupan más espacio que un carril, por lo que los transportadores deben transitar por las cunetas.
No sabemos a quién adjudicar esa negligencia, teniendo en cuenta que mientras se hacía el montaje de los tres puentes, perfectamente se hubiera podido desplazar maquinaria por la ciudad de Pamplona, para hacer la respectiva limpieza de la banca carreteable.
A diario los transportadores nos consultan, ¿dónde está el gobierno nacional?, ¿qué pasó que se olvidó de la Troncal Central del Norte, siendo esta una de las principales arterias del país para el tránsito entre Bogotá y Cúcuta? Nosotros tampoco les tenemos la respuesta.
Pero no solo eso, actualmente esta carretera cuenta con unos 22 kilómetros de trocha pura, a su paso por el páramo El Almorzadero, entre los PR 75 y el PR 97, sin que tampoco se haya siquiera anunciado un mantenimiento para este sector; por eso al recorrerlo no es raro encontrar vehículos varados al lado y lado de la vía, porque las suspensiones de los automotores no aguantan tanto maltrato.
Otro absurdo, no hay plata para una recebada, pero si la hubo para meterle todas las señales que le cupieron…
¿Volvió la politiquería a los contratos?
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero el avance que se vio en nuestras carreteras, en rendimiento y calidad, durante el gobierno del Presidente Álvaro Uribe, difícilmente lo volveremos a ver por estas regiones; ahora el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos volvió con la malsana costumbre de entregarles los contratos a sus amigos y copartidarios, sin importar si las obras se hacen o no, sin importar la calidad con que se hagan, lo importante para el gobierno es que sus amigos tengan trabajo y les queden buenas ganancias.
Lo decimos con conocimiento de causa, o si no, ¿por qué le dieron el contrato de pavimentación del tramo San Andrés – Guaca a la firma ESGAMO S.A. que durante 2 años no hizo mayor cosa? O, ¿por qué le dieron el contrato de rehabilitación del tramo Duitama – La Palmera a la firma Conalvias, sabiendo que era uno de los contratistas involucrados en el "Carrusel de los contratos" en la capital del país, caracterizándose principalmente por el incumplimiento y la mala calidad de las obras? Ahí están las consecuencias, ahora el tramo San Andrés – Guaca está en pésimas condiciones y las obras en la vía Duitama – La Palmera están inconclusas y lo que se alcanzó a hacer ya se está destruyendo.
Esperemos que no suceda lo mismo de Conalvias con los nuevos contratistas a los que se les adjudicaron los nuevos contratos de la Troncal del Norte, entre La Palmera y Concepción, por valor superior a 71 mil millones de pesos y el de Málaga – Curos, por valor cercano a los 90 mil millones de pesos. Parece que los responsables de esta contratación se ven "descrestados" por los contratistas extranjeros, sin importar, en muchos casos, los antecedentes de incumplimientos y mala calidad que tengan.
Lo de la concesión resultó puro cuento chino
Lo que ahora todos nos estamos preguntando es: ¿qué pasó con la concesión Duitama – Málaga – Pamplona?, un proceso que fue socializado en esas tres ciudades y cuya publicación estaba programada para el pasado mes de septiembre. ¿Sería que esta sonada concesión se echó para atrás? De ser así, ¿cuántos años más serán necesarios para terminar la pavimentación de la carretera Troncal Central del Norte?
Lastimosamente a los contratistas que cumplen y que hacen las cosas bien los van relegando, lo que deja en evidencia que al gobierno del presidente Santos solo le interesa entregarle los contratos a sus amigos, sin importar si las obras se hacen o no. Es la triste realidad de nuestros abandonados pueblos.
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