Por Rubén Darío Rodríguez López
Confieso que esta columna la escribo tras un acto de discernimiento y contrición que me ocasiono un pequeño desvelo.
Nunca antes había pasado por mi cabeza, qué tan importante era la visita de un Papa a un país y especialmente a un país como el nuestro, Laico constitucionalmente, pero Católico de todos los siglos. La visita del Santo Papa ha dado para todo, para que muchos que no son católicos, no creyentes, oportunistas e hipócritas, se rasgaran la vestidura criticando y desinformando sobre los multimillonarios recursos que se necesitan para la presencia del Pontífice, a esa gran "ingenua comunidad cibernética", que cree todo los titulares de pasquines que se les asoma en sus redes sociales o en cualquier "caricatura". Ojalá todos los problemas de nuestro País se solucionaran con dinero.
Colombia es un país rico, muy rico. La riqueza atrae, seduce y cautiva fácilmente nuestra mente, más en un mundo regido por economías de mercado y sobretodo, en un mundo donde se llega al poder, sólo si se tiene dinero. Por esa lucha constante sobre la riqueza de nuestro País y esa lucha de los egos y la avaricia de los que ostenta y han ostentado el poder, es que hemos tenido que vivir una guerra incesante de más de 50 años. Así mismo, esta riqueza hermosa y atractiva ha "deshumanizado" a los líderes, ha convertido a Colombia en un País pobre en medio de la riqueza, ha convertido a Colombia en un País "violento", en un país "desigual", porque la riqueza se ha explotado para beneficio particular y no como un medio para el beneficio común. Qué ironía.
PREFIERO UN PAIS POBRE. Sí, prefiero un país pobre y no un país rico cimentado sobre vidas humanas, matando al que esté en contra de los "riquitos" de este país; no un país rico pasando por encima de los demás, a punta de mañas, triquiñuelas y corrupción; no un país rico sin justicia, donde los ladrones, los corruptos disfrazados de "liderzuelos", gobiernen este país; no un país rico a costa de la destrucción de la biodiversidad y de los recursos naturales, disfrazada de "minería responsable". (Estados Unidos, un país tan rico, no podrá nunca controlar los huracanes y la fuerza de la naturaleza con todo el dinero del mundo, producto de destruir precisamente el medio ambiente).
Francisco, el Papa, ha llegado a Colombia y ha traído sendos mensajes que nos llegan, no solo a los católicos, sino a todos los habitantes de este territorio. Primero, envía un mensaje contundente a los jóvenes diciéndoles textualmente que: "no se dejen robar la esperanza, no se dejen robar la alegría, no sueñen por lo bajo, por lo rastrero, sueñen por lo alto, vuelen muy alto". Y tiene razón Francisco, hasta eso nos han robado en Colombia. Cuántas generaciones tras generaciones nos han robado la esperanza, nos han robado la alegría, nos han destruido los sueños con una guerra interminable que no deja pensar, que no deja soñar, que no deja crecer, y lo peor de todo, que no deja amar. Sí, no deja ni amarnos a nosotros mismos, no deja amarnos los unos a los otros, porque hemos crecido y convivido durante décadas con palabras como muerte, odio, venganza, cizaña, envidia, hipocresía, corrupción, desigualdad, etc., y aun así, aquí estamos. Fuertes y valientes, tratando de borrar esas cicatrices espirituales que no solo han dejado en muchas víctimas y sus familiares, sino esas cicatrices que nos ha dejado la guerra en nuestros corazones y que parecen imposibles de curar para algunos que no se han dado la oportunidad de perdonar, ni de pedir perdón. Démosle la oportunidad a los jóvenes, a los niños que vienen, de vivir en un país en paz, un país que ellos puedan construir, no en guerra, no con odio, no con venganza, en un país con algo de futuro.
Este país no se arregla ni se mejora con plata, léanlo bien. "NO ES CON PLATA, NO ES CON DINERO", este país mejorará, cuando entendamos de una vez por todas, que solo a través de una convivencia pacífica en nuestra casa, en nuestro barrio o conjunto, en nuestra vereda, en nuestro pueblo, en nuestra ciudad, se puede salir adelante. Este país mejorará cuando apliquemos la frase "pido perdón o te perdono", cuando nos equivoquemos, cuando fallemos, cuando nos han fallado, cuando nos han herido, cuando nos han perjudicado, pero sobre todo, cuando esa frase salga desde lo más adentro de nuestro corazón. Este país mejorará cuando "Respetemos", sí, cuando respetemos la palabra y la opinión del otro, del que piensa diferente; cuando respetemos lo sagrado: la vida y los recursos públicos; cuando respetemos la naturaleza, cuando respetemos a nuestra casa, a nuestra familia, a nuestros Padres, a nuestros profesores, a nuestros ancianos.
Volviendo al mensaje de FRANCISCO, EL HOMBRE, porque hoy más que nunca, el Pontífice ha mostrado su lado humano, cuando pide perdón por la iglesia, cuando pide que oren por Él, en su homilía con las víctimas en la ciudad de Villavicencio, nos dejó esta gran preocupación: "Colombia ha sembrado una semilla que se llama Paz, pero a esa semilla la va a atacar la "cizaña"; no dejen que la cizaña le impida crecer a la semilla de la Paz". No podemos volver atrás, no podemos dejar destruir este "PRIMER PASO" imperfecto, tal vez, pero cuando uno empieza a caminar, se tropieza, se cae y se vuelve a levantar. Así es la Paz, va a tener muchos tropiezos, va a tener muchas trabas, que buscarán hacerlo caer, pero nuestra valentía y nuestra humildad estará por encima de cualquier cizaña que pretenda, destruir esta semilla sembrada. Preparémonos para el segundo paso que es más difícil que el primero, "LA RECONCILIACION", el mirarnos cara a cara, el abrazarnos, el de poder caminar juntos, construir juntos, convivir juntos, a pesar de las cicatrices y huellas de la nefasta guerra.
Advirtió que, 'resulta indispensable también asumir la verdad. Es un desafío grande pero necesario. La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Juntas son esenciales para construir la paz y, por otra parte, cada una de ellas impide que las otras sean alteradas y se transformen en instrumentos de venganza sobre quien es más débil'.
'La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos', agregó.
Recuerden, solamente aplicando el PERDÓN, el RESPETO y la RECONCILIACIÓN, tendremos un país mejor.